La Edad Crítica de la Mujer

En resumen, los signos de la atrofia genital que se observan al llegar la menopausia son signos de atrofia en la vulva, atrofia de la vagina, atrofia del útero, reducción del tamaño de la mama y prolapso del útero. Todos estos signos son bastante frecuentes tal como muestran las estadísticas de LAURITZEN y nuestras.

Aunque este tema será revisado más adelante, conviene adelantar aquí que también son relativamente frecuentes en el período post-menopaúsico cuatro tipos de cáncer:

  • el cáncer de cuello de útero, el cáncer endometrial o cáncer el cuerpo uterino el cáncer del ovario
  • el cáncer de mama.

El cáncer del cuello uterino era clásico decir que aparecía entre los 40 y 50 años, es decir que su máximo era pre-menopáusico. Sin embargo, muchas mujeres tenían un microcáncer (carcinoma in situ) que sólo se manifestaba a partir de los 50 años. Más frecuente es, a partir de estas edades, el cáncer de endometrio que no se observa prácticamente nunca antes de la menopausia. El cáncer de ovario aumenta gradualmente a medida que aumenta la edad, y finalmente el carcinoma de mama aumenta también con la edad. Estos cuatro cánceres son modificaciones del aparato genital, que afortunamente aparecen sólo de tarde en tarde, pero con los que también hay que contar.

El Aparato Urinario

Los trastornos urinarios son muy frecuentes aunque también benignos. Se han descrito:

  • Disuria (molestia al orinar) que muchas mujeres confunden con cistitis Incontinencia urinaria
  • Cistitis

Aunque las vías urinarias no están directamente implicadas en los efectos de los estrógenos, en la vejiga existe una zona llamada "trígono vesical" situada en la cara interna de la vejiga que linda con el útero que tiene un origen embriológico común con la vagina (procede de una invaginación del epitelio de la cloaca del cual también sale la vagina) y que tiene memoria estrogénica. Esta zona de la vejiga tiene en la mujer joven un movimiento cíclico paralelo a la función del ovario. El urólogo español, Prof Cifuentes descubrió que en el trígono había células que contienen glucógeno que son iguales a las del epitelio que tapiza la vagina. El glucógeno que almacenan estas células es muy escaso al comienzo del ciclo, aumentan hacia el medio del ciclo y disminuyen al final. Cuando se atrofia la vagina, lo mismo ocurre en el trígono que se hace irritable y sensible. En este momento, los gérmenes que puede haber en la orina lo atacan con más facilidad originándose cistitis o bien es irritado por la acidez de la orina. Si se administran estrógenos, estas molestias desaparecen.

De igual forma, la incontinencia se debe a un debilitamiento de las paredes vesicales producido muy probablemente por la falta de estrógenos. La mayor parte de las mujeres, aunque no tengan un prolapso declarado sí que tienen alguna rotura de origen obstétrico, lo que unido a un descenso de los esfínteres y a la irritación a nivel del trígono es lo suficiente para que aquella vejiga se contraiga con facilidad y quiera expulsar la orina. De esta manera, estos cambios vesicales no son de origen urológico y responden a un tratamiento estrogénico.

La Piel

La mujeres paulatinamente va adquiriendo arrugas en la piel. Como puede verse en la figura, el epitelio de la piel es muy similar al de la vagija con la diferencia de que el primero posee una capa superficiel de células queratinizadas. Después de la menopausia la piel experimenta un adelgazamiento al igual que ésta. Adicionalmente, debajo de la piel existe una capa, la dermis, que también es estimulada por los estrógenos de manera que no solamente hay un adelgazamiento de la epidermis que no generaría arrugas, sino una disminución de la dermis.

Recientemente se ha demostrado que la riqueza del tejido dérmico que mantiene la turgencia de la piel en la mujer joven se debe a unas proteínas complejas denominadas proteoglicanes que son similares a las que constituyen la matriz ósea. Cuando la mujer pierde este tejido, también pierde la matriz ósea y genera osteoporosis. Este fenómeno, que no se debe solamente a la pérdida de estrógenos sino que en parte es debido a la involución, el envejecimiento paulatino de los tejidos, origina en paralelo la atrofia del dermis y la atrofia de la matriz ósea. Puede señalarse pués, un parentesco algo lejano desde luego entre la aparición de arrugas y la osteoporosis.

Como veremos en otro lugar, existen dos prototipos de mujeres: las mujeres muy delgadas que tienen tendencia a arrugarse y las mujeres más llenitas, con la cara más redonda, que se arrugan menos. Las primeras tienen menos estrógenos que las segundas de tal forma que se ha descrito un cuadro clínico "la osteoporosis de la mujer fumadora delgada" que corresponde claramente a una pérdida de estrógenos agravada por el tabaco.