DIARREA DIABETICA

La diarrea diabética afecta con frecuencia a los diabéticos insulino-dependientes, usualmente mal controlados y con otras evidencias de neuropatías. La diarrea es intermitente, ocurre poco después de las comidas y no empeora por la noche. Los episodios diarreicos remiten al cabo de unos cuantos días o semanas y pueden ir seguidos de periodos de constipación. No se conocen con exactitud las causas de estas diarreas, cuya etiología puede ser multifactorial. La neuropatía puede ser un causa ya que en las ratas diabéticas con estreptozotocina, en las que hay una denervación simpática y parasimpática [Schmidt, RE, 1981], es frecuente la diarrea. En otros casos puede haber algún tipo de colonización bacteriana ya que los síntomas remiten cuando las bacterias se erradican con algún antibiótico.

El diagnóstico se debe realizar por exclusión, eliminando otras causas como la enfermedad celíaca y la enfermedad pancreática crónica, ambas a menudo asociadas a la diabetes. Se deben realizar biopsias intestinales y estudios de la flora bacteriana mediante la administración de lactulosa (que en caso de aumento de la flora hace aumentar la cantidad de hidrógeno expirado) o por fermentación de sales biliares orales.

El tratamiento consistirá en derivados opioides (fosfato de codeína, difenoxilato o loperamida) que suelen dar buenos resultados en casos de diarrea moderada, pero pueden producir adicción. Los antibióticos de amplio espectro (tetraciclina o eritromicina) están indicados si se sospecha una colonización bacteriana.

La diarrea más grave, especialmente si es acuosa, suele responder a agentes a-agonistas como la clonidina o la lidomidina [Fedorak, 1985] que reducen la pérdida de fluídos pero que pueden agravar la hipotensión postural o la gastroparesia. En casos extremos se recurre la octeotride (un análogo de la somatostina) que tiene un efecto antisecretor. Como este fármaco reduce la secreción de glucagón, las dosis de insulina deben ser cuidadosamente ajustadas.