ÚLCERAS DE PRESIÓN |
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Se define la ÚLCERA POR PRESIÓN como toda lesión de la piel producida cuando el tejido blando está comprimido entre dos planos, siendo uno el constituído por las prominencias óseas del propio paciente y el otro, una superficie externa. En estas condiciones se genera una isquemia de la membrana vascular, lo que origina vasodilatación de la zona (aspecto enrojecido), extravasación de los líquidos e infiltración celular. Si la presión no disminuye se produce una isquemia local intensa en los tejidos subyacentes, trombosis venosa y alteraciones degenerativas, que desembocan en necrosis y ulceración. Este proceso puede continuar y alcanzar planos más profundos, con destrucción de músculos, aponeurosis, huesos, vasos sanguíneos y nervios. Las fuerzas que intervienen en la generación de la úlcera por presión son la presión, la fricción y la combinación de ambas. La presión es la fuerza que actúa perpendicular a la piel como consecuencia de la gravedad, provocando un aplastamiento de los tejidos. Como la presión capilar oscila entre 6 -32 mm. de Hg., si la presión es superior a esta, se ocluirá el flujo sanguíneo capilar en los tejidos blandos provocando hipoxia y si no se alivia, necrosis de los mismos. La fricción produce desplazamientos tangenciales capaces de erosionar la piel La prevalencia de esta úlceras es muy elevada en los pacientes inmovilizados: afectan al 9% de los pacientes ingresados en un hospital y el 23% de los ingresados en instituciones geriátricas. Este tipo de úlcera suele desarrollarse en individuos con factores de riesgo predisponentes, como una nutrición deficiente, humedad continuada (en especial, a partir de orina o heces), confinamiento en cama o en una silla de ruedas y otros problemas médicos (en particular, lesión de la médula ósea, fractura de cadera o demencia). Puesto que los ancianos tienen mayores probabilidades de necesitar una silla de ruedas, permanecer más tiempo sentados en una silla o estar confinados a guardar cama, requieren especial atención para prevenir la formación de úlceras por presión FACTORES DE RIESGO Son muy numerosos los factores de riesgo que se pueden clasificar en cinco grupos: Fisiopatológicos:
Derivados del tratamiento: se deben a determinadas terapias o procedimientos diagnósticos.
Debidos al desarrollo o relacionados con el proceso de maduración.
Debido al entorno:
La localización más frecuente de las úlceras de presión depende de la posición en la que el paciente se mantenga más tiempo: |
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Decúbito supino: cabeza, base de las escápulas, codos, sacro, talones |
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Decúbito lateral: orejas, hombros, codos, cadera y piernas (entre la rodillas y los tobillos) | |
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Postura de Fowler: parte inferior de la cabeza, alas de las escapulas, parte inferior de la espalda, sacro, talones | |
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Silla de ruedas: alas de las escapulas, parte inferior de la espalda, caderas, sacro, talones y planta del pie | |
CATEGORIZACIÓN Las úlceras por presión se categorizan en cuatro estadios:
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TRATAMIENTOS Valoración: las úlceras de presión deben valorarse inicialmente en cuanto a su ubicación, tamaño, presencia de exudados, de tejido de granulación, etc, y luego al menos una vez a la semana. Una úlcera limpia debe mostrar signos de curación en 2 a 4 semanas. Por otra parte se deben identificar las complicaciones potenciales asociadas a las úlceras como endocarditis, artritis séptica, osteomielitis o celulitis progresiva. Si existe dolor, se intentarán determinar las causas y, en su caso, se administrarán analgésicos. Se comprobará el estado nutricional del paciente, administrando suplementos de minerales o vitaminas si fuese necesario. Para evitar que el paciente se soporte sobre las úlceras se utilizan soportes estáticos o dinámicos apropiados. Desbridamiento: siempre que se observe tejido necrótico es preciso el desbridamiento que puede ser autolítico (mediante la utilización de cualquier producto capaz de producir condiciones de cura húmeda, enzimático mediante la aplicación de productos enzimáticos del tipo de la colagenasa o quirurgico previa utilización de un anestésico local como la lidocaína gel. En casos de sangrado, se aplica compresión directa o apósitos hemostáticos. Las úlceras de talón con escaras secas, no precisan ser desbridadas quirúrgicamente si no tienen edema periulceral, eritema, fluctuación o drenaje. Si la úlcera presenta síntomas de infección local y no cicatriza después de 2 a 4 semanas de cuidados, se recomienda iniciar un tratamiento antibiótico tópico como sulfadiazina de plata o mucopirina, cubriendo la úlcera con un apósito que no la reseque pero que controle el exudado. Si a las dos semanas de tratamiento tópico la infección no responde, de debe proceder a la toma de muestras del los tejidos para su cultivo e identificación del patógeno.
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REFERENCIAS
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Monografía creada el 13 de abril de 2010. Equipo de redacción de IQB |
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