HOMBRES ILUSTRES

Giovanni Battista MORGAGNI (1692-1771)

Llamado por Virchow padre de la moderna patológica, Giovanni Battista Morgagni fue un distinguido médico e investigador italiano nacido en Bolonia el 25 de febrero de 1682. Su padre murió cuando Morgagni era muy jóven pero, su madre, con un gran sentido se dedicó a educarlo. A los dieciséis años inició sus estudios en la universidad de Bolonia donde antes de conseguir su graduación, se distinguió por su gran capacidad de observación. Dos de sus mayores de sus mejores profesores, Albertini y Valsava, se interesaron por el, haciéndole su ayudante de en la cátedra de anatomía. A los 22 años consiguió su graduación como doctor en medicina y filosofía, sustituyendo en ocasiones al propio Valsava en sus clases. Fundó una sociedad denominada "Academia inquietorum" , un nombre que indicaba que sus miembros no estaban satisfechos con sus conocimientos y que lo que deseaban era conseguir llegar a la ciencia por una directa observación y experimentación

Después de unos años en la universidad de Bolonia, Morgagni pasó varios años realizando investigaciones médicas en las universidades de Pisa y de Padua. Su trabajo incesante le provocó un deterioro de la vista, volviendo a Bolonia para recuperarse. A los veinticuatro años, publicó una serie de notas denominada "Adversarias Anatomica" (1706). Estas alcanzaron pronto una gran popularidad de tal manera que Morgagni fue reclamado como profesor en la Universidad de Padua volviendo posteriormente a ocupar este puesto en la de Bolonia. En particular estudió la garganta, el seno y la hidátide de Morgagni así como toda la región que ha perpetuado su nombre. En 1771, Morgagni publicó su libro más importante "De sedibus et causis morborum per anatomen indicatis" que fue traducido a varios idiomas y que constituyó la base de la moderna anatomía patológica.

Los estudios de Morgagni sobre los aneurismas y ciertas fases de la enfermedad pulmonar fueron especialmente valiosos. Pensaba que en la tuberculosis era contagiosa rehusando realizar autopsias a sujetos tuberculosos y como consecuencia de sus estudios, se introdujeron leyes en el siglo XVII en Roma y en Nápoles, declarando la tuberculosis contagiosa y obligando que a la muerte del paciente, las habitaciones fueran desinfectadas y todas sus ropas incineradas. Las sangrías eran uno de los remedios de la época que Morgagni se resistió a utilizar y que no permitió que se realizarán sobre el mismo. Estudió el pulso y en especial las palpitaciones cardíacas en algunas afecciones cardiacas, anticipándose a su tiempo.

En lo que se refiere al cáncer Morgagni insistió en que la cirugía era el único remedio que podía dar resultados satisfactorios. Su vida privada fue muy feliz, teniendo quince hijos de los cuales el tercero siguió la profesión de su padre pero murió joven. Todas las hijas de Morgagni que llegaron a la edad adulta, en total 8, se hicieron monjas. La reputación de Morgagni era tal, que cuando los ejércitos austríacos invadieron Bolonia, sus oficiales recibieron órdenes de no causarle ningún daño. Fue uno de los hombres más admirados de su tiempo siendo elegido miembro de la Academia de Ciencias de París, de la Royal Society of England, de la Academia Imperial de San Petersburgo y de de la Academia de Berlín. Mantuvo correspondencia con los científicos más importantes de la época como Ruysch, Boerhaave, Meade, Haller y Meckel. Frecuentemente fue llamado a consultas por el Rey Emanuel III de Cerdeña. Los cinco papas de la segunda mitad de su vida le consultaron sobre temas educativos y médicos. Benedicto IV le nombró comendador y Clemente XIII le alojaba en el palacio papal durante sus visitas a Roma. Fue probablemente el hombre más respetado de su época.