HOMBRES ILUSTRES

Felipe Teofrasto von HOHENHEIM PARACELSO (1493-1541)

Nació en 1493 en Einsiedeln, Suiza; su padre era médico. Su padre le enseñó las primeras letras y , desde niño acompañó a su padre en las visitas a enfermos. A los 6 años de edad murió su madre. Tenía 8 años cuando se trasladaron a los Alpes austríacos, a Villach, junto a una abadía de los benedictinos. Allí conoció las minas y los hornos y el arte de separación de elementos químicos. Recibió su primera educación de los monjes del monasterio. Primero estudió las artes liberales, probablemente en Viena, para luego ser médico, y, con ese fin, se fue a Ferrara, en Italia. Allí al parecer se tituló de doctor, y siguiendo la costumbre de la época, latinizó su nombre y eligió el de Paracelsus.

Ya en el momento de titularse, a los 23 años, Paracelso tenía una gran experiencia en la observación de los enfermos. Entonces se convenció de que el arte de sanar había que buscarlo en la naturaleza y no en los libros y de que había que salir y recorrer el mundo para conocer las enfermedades y las medicinas naturales que usaban los campesinos, los artesanos, los barberos y las mujeres del pueblo. Entonces inició su largo viaje por Europa, en que llegó hasta Moscú, de allí, descendiendo a través de Kiev por los Balcanes, llegó al Asia Menor y a Egipto, desde donde regresó a Villach pasando por Italia. Su peregrinación duró 12 años.

A los 30 años escribió su primera obra, Paramirum, que analiza las causas generales de las enfermedades. En esta primera obra se ve ya al Paracelso místico y astrólogo. Es un intento de antropología médica.

Después de una corta estadía en Villach, se fue a Salzburgo y luego a Estrasburgo. Pero aunque Estrasburgo parecía una ciudad ideal para vivir en la quietud tras haber recorrido el mundo y acumulado tanta experiencia, un hecho ocurrido en 1526 lo hizo trasladarse a la vecina Basilea. Había enfermado el famoso impresor Frobenius, junto al cual vivía Erasmo de Rotterdam. Los médicos le habían diagnosticado una gangrena del pie a Frobenius y habían aconsejado la amputación. Y Erasmo, que había oído hablar de ese extraño médico y de sus curas asombrosas, aconsejó mandarlo a buscar. Así llegó Paracelso a Basilea y curó a Frobenius. El ayuntamiento de la ciudad ofreció a Paracelso la vacante de médico municipal, con licencia para dar clases en la Universidad. Se había cumplido el gran deseo de Paracelso de poder transmitir su experiencia. Pero no alcanzó a durar un año, el de 1927, en Basilea, pues empezó publicando un programa revolucionario que chocó con los médicos tradicionales

Después de otro peregrinaje se estableció en Alsacia, donde, publicó el grueso de sus manuscritos: es el Paragranum

Paracelso siguió peregrinando, sufrió una crisis religiosa, volvió a Alsacia, retomó la medicina y escribió sus últimas obras. Por último, aceptó el ofrecimiento del príncipe Ernesto de Baviera para radicarse en Salzburgo, donde murió en 1541.

Paracelso es una de las figuras más contradictorias de la historia de la medicina. En su búsqueda de lo nuevo y su oposición a la observancia ciega de la autoridad tradicional, fue más moderno que la mayoría de sus contemporáneos, y en su concepción astrológica y mística fue más medioeval que los médicos de aquella época. Sus aportes concretos son relativamente pocos: la descripción de la pneumoconiosis, el descubrimiento de la relación entre cretinismo y bocio y el empleo del hierro y otras substancias inorgánicas en la terapéutica; además, introdujo la noción de enfermedades metabólicas con la idea de enfermeades tartáricas, en que el tártaro, el veneno, aparecía depositado en los órganos, y la idea de substancias químicas como fármacos específicos. Con Paracelso entró en escena por primera vez el pensamiento alemán en la historia de la medicina con su rasgo de una visión holística. Fue el iniciador de la química farmacológica y se adelantó en la marcha de la medicina hacia las ciencias naturales. La continuidad histórica se va a establecer en el siglo XVII con una nueva corriente: la iatroquímica.